Debería usar mejor mi teléfono.
Debería de atreverme con ese proyecto.
Debería cuidarme más.
Debería de…
Este tipo de pensamientos abundan en nuestra vida. Suelen generar frustración y sensación de insuficiencia.
Nos colocan uno, dos o tres peldaños por debajo de una versión ideal nuestra que, supuestamente tiene todo eso logrado.
Solo que esta escalera está en movimiento.
Conforme más caminas en dirección a tus deberías más se aleja ese ideal que siempre está dos o tres pasos por encima.
Esto es agotador porque nos aleja de la posibilidad de amar lo que es, de amar lo que somos.
Darnos cuenta de esto no hace que desaparezcan los deberías, sino que genera cierta distancia.
Te propongo un juego, responde sí o no a estas preguntas:
¿Crees que deberías dedicarle más tiempo a tu casa?
¿Crees que deberías estar más presente con tus seres queridos?
¿Crees que deberías cuidarte más?
¿Crees que deberías hacer más deporte?
¿Crees que deberías enfocarte más en lo importante?
¿Crees que deberías dejar de perder el tiempo?
Deja tus respuestas en los comentarios.
Probablemente descubramos que has contestado que sí a la mitad o más de estos deberías.
Desde aquí nos damos cuenta de que no somos estos pensamientos y que ni siquiera son tan “personales” porque son compartidos.
Aunque parezcamos diferente, somos mucho más iguales de lo que creemos.
Desde aquí podemos descansar sabiendo que no deberíamos nada.
Esto no quiere decir que no nos movamos, sino que no necesitamos movemos desde el rechazo de nuestra versión actual.
Respira.
Respiro.
Que descanso dejar de mirar a esa supuesta mejor versión lejana para mirar y apreciar lo que es.
Disfruta.
Nuestra vida es única.
Nuestra vida no debería. Nuestra vida es vida.
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