Nuestra casa es como un huerto, un lugar cambiante que necesita adecuarse a las estaciones para alcanzar el orden natural
Estas semanas los huertos de esta zona están patas arriba. Cerramos la temporada de verano e iniciamos la de otoño.
Este es el momento de cosechar, preparar la tierra, limpiar, abonar, plantar…
Algunas cosas del verano todavía se quedan unas semanas más. Otras se van y llegan plantas nuevas.
Esto alinea el huerto con el ritmo de la naturaleza. Cuando no lo hacemos se genera un desorden.
Si en vez de cultivar las plantas de esta estación, mantengo las de la anterior, estaré bloqueando el orden natural.
Imagina que los tomates que tanto te gustan están marchitándose y que rechazas esa muerte. Puede que tengas la tentación de intentar mantenerlos con vida, a la fuerza, exigiendo una aclimatación que no es armónica. Desgastarás mucha energía en un proceso que lucha contra el orden natural de la vida. Además estarás quitando espacio para aquello que sí que es armónico con la estación en la que estamos.
Esto que se ve tan claro en el huerto, es lo que hacemos en nuestras casas.
Retenemos aspectos, objetos, actividades y elementos que no están alineados con el ciclo en el que estamos y quitamos espacio a aquello que sí que lo está.
Las estaciones en las personas y las casas
Los ciclos en la vida de las personas no están tan pautadas como las estaciones del año. Tampoco tienen una duración determinada, pueden durar semanas, meses o incluso años.
Estos cambios de ciclo a veces están impulsados por cambios a nivel externo: mudanzas, niños/as que nacen o que se van de casa, cambios de pareja, trabajo…
Y otras veces están guiados por cambios internos. Hay cosas que te interesaban hace diez años que no te interesan ahora.
Cada nuevo ciclo requiere que revisemos, limpiemos, abonemos, dejemos ir aquello que ya no está alineado y plantemos aquello que sí.
Habrá cosas que se queden, otras que se vayan y otras nuevas que lleguen.
El desorden nos avisa
En nuestro huerto sabemos que nos adentramos en el cambio de estación porque nos lo dice. Algunas de las plantas de la estación anterior empiezan a perder su fuerza, dejan de dar frutos y a morir. Están dejando espacio de forma natural a las nuevas plantas.
Lo mismo ocurre en nuestra casa, si estás en un cambio de ciclo tu casa te lo dirá a través de desórdenes, cosas que ya no usas o que no tienen su lugar, aspectos que no acaban de encajar contigo…
Cuando atendemos este desorden aparente y los seguimos, estamos armonizándonos con el orden natural.
Cuando nos resistimos y forzamos el mantener aquello que ya no está vivo, estamos gastando nuestra energía y quitando espacio a aquello que sí que es coherente.
En un cambio de ciclo tu casa te avisa. Tu casa te invita a dejar ir y a dejar espacio.
Los tres pasos del cambio de ciclo en casa
Cada huerto es diferente, la orientación, la tierra, el modo de cultivo o el riego, confieren características especiales a cada terreno. El cambio de ciclo puede variar de una parcela a otra. No es algo que viene dictado por una fecha concreta, impuesta desde fuera. Es un movimiento que se observa y se acompaña. Lo mismo ocurre con las casas.
Tanto en el huerto, como en nuestra casa esta transición nos pide tres cosas. En primer lugar escucha, en segundo lugar aceptación y por último una gran dosis de confianza.
En el huerto.
Primero: necesitamos escuchar, atender y observar para descubrir qué plantas están vivas y cuáles no.
Segundo: necesitamos aceptar este proceso natural.
Tercero: necesitamos confiar en la vida. Estamos dejando ir la planta de tomates que tantos frutos deliciosos nos ha dado, por una nueva planta que es apenas un brote. Esto es un acto de confianza.
Lo mismo ocurre con nuestras casas.
Primero necesitamos escuchar, después aceptar y por último confiar.
Date una vuelta por tu casa y observa si hay elementos de otro ciclo: juguetes, libros, ropa, papeles…
Acepta este proceso y da los pasos necesarios para dejar ir aquello que no está alineado y dejar espacio a aquello que es apenas un brote.
Vamos a seguir el orden natural de la vida.
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