Querido hijo,
Hoy cumples un año, hoy das tu primera vuelta al sol en esta vida, hoy yo cierro los ojos y hago balance del año más intenso de mi vida.
Respiro.
Tu primera semana de vida es la más larga de la mía, naces y te falta oxígeno, así acabas en una cuna trasparente enchufado a demasiadas maquinas mientras que tu padre y yo te sostenemos la mano y te cantamos canciones asegurándote que este mundo es un lugar maravilloso para vivir.
Respiras.
Las horas se me mezclan entre las paredes de un hospital que me duele, dentro de mi la certeza de que todo estará bien, que sólo necesitamos salir de allí.
Salida.
Los días se suceden y finalmente te dan el alta, te visto rápido y salimos sin mirar atrás.
Ahora podría agradecer muchas cosas en ese momento sólo quería escapar.
Aprendizajes.
Expectativas.
Lactancia Materna Exclusiva.
Maternidad.
Paternidad.
Trabajo en equipo.
Confiar.
Llantos, asesoras de lactancia, extractor de leche, grupos de apoyo, porteo y más porteo.
Consejos que ayudan, consejos que duelen, consejos que conectan con mi verdad, consejos que me hacen dudar de mi misma.
Cambio de teorías.
Dejar ir creencias.
Dejar ir libros y autores.
¿Qué necesitas?
¿Qué necesitamos?
Límites.
Amor.
Tiempo.
Familia y amistades que entienden que tu hijo sólo está bien cuando lo lleváis pegado al cuerpo y que se conforman con verle la cara a través del fular mientras paseáis por la playa.
Verdades que duelen.
Dolor al admitir la envidia que sientes al ver a otros bebés mucho más tranquilos, que no lloran tanto, que duermen más de hora y media seguidas.
Querer entender.
Etiquetas.
Reconocer que no sabes amar pero que tienes la capacidad de aprender.
Dejar ir.
Relax.
Todo se vuelve más sencillo.
Aceptación consciente.
Nada ha cambiado pero al cambiar la forma de mirar todo cambia.
Canciones y más canciones.
Juegos.
Risas.
Llantos.
Gritos.
Miradas que lo dicen todo.
Bailes.
Más risas.
Incongruencias que traen cordura.
Llegas con grandes aprendizajes y alumbrando sombras que llevaban mucho tiempo escondidas.
Autenticidad.
Me siento más niña, más presente, más consciente de mi sombra, más consciente de mi luz, más flexible, más inexperta, más feliz pero sobre todo… más vulnerable.
Entrego.
Agradezco.
Suspiro.
Gracias por este acuerdo espiritual que nos hace tener el rol de madre e hijo en esta vida.
Gracias por elegirme.
Gracias porque me invitas a posicionarme más allá de las ideas socialmente aceptadas.
Gracias porque me recuerdas que a cada momento puedo elegir desde el amor.
Gracias porque me recuerdas que soy perfecta en mis imperfecciones y desde aquí respirar es algo mucho más sencillo.
Gracias porque eres un hijo de la vida con quien comparto esta experiencia, con quien aprendo a cada instante, con quien recuerdo que dentro de mi esta la capacidad de Amar.
.