¿Acelerar la vida en lugar de vivirla? ¡No, gracias!
Hoy tengo el placer de contar con una persona a la que llevo siguiendo mucho tiempo.
Cuando empecé a leer el primero de sus libros, jamás me hubiera imaginado tener la posibilidad de charlar con él como hemos hecho en esta cálida e interesante entrevista.
Carl es una persona que me ha inspirado mucho en diversas etapas vitales: cuando estaba soltera, en mi relación de pareja y, por supuesto, en mi maternidad.
Es autor, conferenciante y uno de los precursores del movimiento slow. Se trata de una filosofía de vida que nos invita a curarnos de ese otro virus altamente contagioso: la prisa.
No se considera un extremista de la lentitud. De hecho, vive en Londres, trabaja con plazos estrictos y practica deportes rápidos pero, además de ello, es experto en bajar las revoluciones, pisar el freno e ir más lento.
Lleva décadas estudiando, practicando y viajando para compartir con el mundo sobre este tema y otros, igualmente apasionantes, como el efecto del estrés en los niños o las ventajas de hacerse mayor abrazando lo bueno de cada etapa.
Abrazar nuestros ritmos naturales
La propuesta de Carl es clara: la vida no es algo programado. Vivir es descubrir, rendirse y, a la vez, abrazar nuestros ritmos naturales.
Ciertamente, si nos detenemos un momento, podemos comprender fácilmente los estragos de un estilo de vida que no nos beneficia en absoluto. El modo de vida acelerado esconde nuestros miedos más profundos porque se ve la incoherencia entre nuestra forma de vivir hacia fuera y nuestra necesidad de vivir hacia dentro.
Carl Honoré nos pregunta, ¿Qué ganamos con esta obsesión por la rapidez: llegar primero a la tumba o al semáforo en rojo?
Y nos reta aún más, afirmando que la única manera de no transmitir este virus a nuestros hijos, que al nacer no saben ni tan siquiera que es un reloj, es bajar las revoluciones, consumir más inteligentemente, tener espacio y tiempo para la serenidad, el silencio, soñar despiertos.
Sólo así podremos transmitir otra manera de estar en el mundo a las nuevas generaciones. .
Esta es la charla minimalista número 53. La anterior fue con Cristina Guitiérrez con quién hablamos sobre cómo educar en emociones es un asunto urgente.
Disfruta de esta charla en el resto del post. Ya sabes que puedes escoger el formato más adecuado para ti. Si prefieres escuchar la charla mientras cocinas, haces deporte o simplemente porque eliges disfrutarla con tu mirada fuera de la pantalla, te dejamos el enlace a continuación.
Lo puedes escuchar también en iVoox, Spotify y iTunes
Índice de contenidos
Estos son los puntos clave que comentamos con Carl en nuestra entrevista:
El cuerpo habla antes
Arrancamos hablando de una de las maneras más efectivas de comprobar si has sido contagiado por el virus de la prisa: las señales del cuerpo.
“Cuando nos quedamos atrapados en un modo correcaminos, terminamos llegando a un punto de quiebre donde no aguanta más ni el cuerpo, ni la mente ni el espíritu.”
“Con mucha frecuencia es el cuerpo el que nos manda el mensaje primero. Nos dice basta, no aguanto más este ritmo.”
“Es muy frecuente no hacerle caso al cuerpo: tomamos una pastilla o buscamos un remedio rápido y volvemos a la carga, hasta que el cuerpo nos mande un mensaje determinante.”
El virus de la prisa: patrimonio de todos
¿Es la adicción a la velocidad un mal propio únicamente de ejecutivos o profesiones con mucho estrés? En absoluto. Así nos lo cuenta Carl.
“El virus de la prisa no es un problema de la clase media alta, de los ejecutivos. Es algo universal y corre por las venas de toda la sociedad.”
“Hay chicos de diez años que están estresados por sus agendas, su uso excesivo de la pantalla.”
La velocidad como modo de huida
Habló con Carl sobre cómo la prisa es, en realidad, un mecanismo de negación, una manera de huir de nosotros mismos. ¿Te lo habías planteado de este modo?
“La prisa es una adicción física pero también una adicción cultural, psicológica, mental, metafísica.”
“Es mucho más fácil lidiar con preguntas triviales que profundas. Nos quedamos en esa burbuja de trivialidad y de superficialidad porque nos da miedo el encuentro con nosotros mismos.”
“El encuentro con uno mismo es la clave y la piedra angular de una vida digna.”
Hiperconexión, soledad y distracciones
Carl comenta que cuando paramos y reflexionamos sobre cómo estamos viviendo, casi todos nos damos cuenta en el acto de que estamos acelerando la vida en lugar de vivirla. Aquí algunos síntomas de este virus de carácter mundial.
“Terminé una serie en Netflix hace dos días y no recuerdo el final, o no recuerdo lo que almorcé ayer. Es un hecho muy claro de que tienes que volver a pisar el freno y bajar las revoluciones.”
“La soledad es otro fruto de una vida híper acelerada porque las relaciones humanas, afectivas no se pueden acelerar.”
“Si estás viviendo en una ciudad rodeado de gente pero te faltan conexiones reales, auténticas, profundas, humanas puede ser otra señal de que tu agenda está sobresaturada.”
“Si trabajas constantemente en modo turbo serás menos productivo y creativo y cometerás más errores.”
Lo que de verdad importa
Hablamos de momentos lentos, cotidianos, sencillos, íntimos y gratuitos como una puesta de sol o un momento compartido con nuestros seres queridos.
“Nadie en su lecho de muerte dice: ojalá hubiera pasado más tiempo en instagram o trabajando.”
“Las cosas que de verdad importan son las cosas gratuitas, sencillas, humanas. Esos son los momentos que le dan color, sentido, textura, magia a la vida.”
La naturaleza es la maestra
Carl suele encontrarse frecuentemente con personas que le piden consejos rápidos para ir más lentos. Aunque sea paradójico, lo cierto es que hay una respuesta: si buscas una pequeña palanca para bajar las revoluciones vete al parque.
“La naturaleza es una gran profesora que nos puede mostrar cómo canalizar esa sabiduría.”
” La clave del huerto es la paciencia: rendirse al ritmo adecuado, al ritmo natural.”
“Cuando nos alineamos con los ritmos naturales comemos mejor y es mucho más sano para el planeta. Todos salimos ganando”
Familias rápidas y niños perfectos
Hablamos de familias rápidas y de la presión de convertir a tu hijo en el mejor ¿Cómo está visión del movimiento slow puede ayudar a las familias a dar pasos más conscientes?
“Los niños no nacen con prisa. Les lleva años entender qué es un reloj y qué es el tiempo. Somos nosotros los que les estamos imponiendo nuestra prisa. “
“Nuestra perspectiva es otra, es la de una sociedad turbo capitalista, turbo consumista, hiper impaciente. Estas dos cosas no encajan.”
“Es importante alejarnos de la idea de crear un niño perfecto. Hay una gama enorme, infinita, de modelos de éxito.”
“Ser madre o padre es un proceso a largo plazo que depende de muchos factores, es un viaje de descubrimiento.”
Elogio de la experiencia
Cerramos esta mágica charla, compartiendo algunas ideas sobre el culto a la juventud y lo mucho que ha cambiado esto en los últimos años de pandemia. ¿Qué importancia tiene en la sociedad actual la edad cronológica?
“Hemos heredado el culto a la juventud. Nos dicen que el envejecimiento es puro declive, que más joven siempre es mejor.”
“La segunda adolescencia es una adolescencia aún más fructífera, alegre y rica gracias a la experiencia. “
“Cada etapa puede ser maravillosa, solo si abrazamos nuestra edad sin añorar el pasado y sin rehuir del futuro”
“Todos tenemos a nuestro alcance la posibilidad de vivir bien a cualquier edad, no es un monopolio de los jóvenes.”
Recursos mencionados y útiles
Web carlhonore.info
Libro Elogio de la lentitud
Libro Elogio de la experiencia
Libro Bajo presión. Cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente.
No olvides que hay cosas que nunca deberían acelerarse. Incorpora a tu día la filosofía slow y disfruta de una vida más plena y consciente.
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